La Clamidiasis es una infección de transmisión sexual (ITS) o enfermedad de transmisión sexual (ETS) de origen bacteriano dada su modalidad de transmisión, que es una de las más extendidas en los países industrializados, conjuntamente con la infección por herpes y la infección por virus del papiloma humano (VPH).,1 es causada por la colonización, al nivel de los órganos genitales de varones y mujeres, de la bacteria intracelular gram-negativa Chlamydia trachomatis (la misma que es también causante del cuadro clínico denominado tracoma). Su importancia radica en la magnitud de la diseminación de esta enfermedad, las características peculiares de su presentación clínica y las complicaciones que pueden surgir a causa de una falta de diagnóstico o tratamiento o de ambos. De allí que se requiere de exámenes de laboratorio especiales para realizar el correspondiente diagnóstico de la enfermedad.
Síntomas de Clamidia en hombres:
Necesidad urgente de orinar.
Ardor al orinar.
Secreciones por el pene.
Picazón o ardor dentro del meato urinario (orificio por donde sale la orina).
Inflamación o dolor en los testículos.
Síntomas de Clamidia en mujeres:
Flujo vaginal espeso y amarillento (pus)
Ardor al orinar.
Secreciones por la uretra (orificio por donde sale la orina)
Manchas o sangrado fuera de la menstruación.
Sangrado durante o después de las relaciones sexuales.
Dolor durante las relaciones sexuales.
Dolor en el abdomen o la pelvis.
Cuando el contagio es por vía anal:
Dolor o ardor anales
Secreciones por el ano.
Dolor al defecar.
Contagio de Clamidia por sexo oral:
Ardor en boca y lengua.
Dolor de garganta.
Ulceras en la boca.
Síntomas de Clamidia en ambos sexos, independientemente del método de contagio:
En algunos individuos, los mismos que causa la artritis reactiva.
Periodo de incubación
Se considera que la infección se puede producir entre 7 a 21 días posteriores al contacto con una persona infectada.
Manifestaciones clínicas
La clamidiasis es asintomática en la mayoría de casos; sin embargo, son dos los cuadros clínicos más frecuentes asociados a la infección por esta bacteria, tanto en el hombre como en la mujer:
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Uretritis no gonocócica (UNG)
Es el proceso inflamatorio de origen infeccioso localizado en la uretra masculina, denominada no gonocócica por tener signos y síntomas similares a la uretritis por gonococo, pero en ausencia del mismo. Chlamydia trachomatis es la principal responsable del cuadro, pero también se puede relacionar con ureaplasma urealyticum, trichomona vaginalis y el virus del herpes simplex (HSV). Su modo de transmisión es por contacto sexual y presenta los siguientes signos y síntomas:
Presencia de secreción uretral (descarga uretral) que puede ser de característica mucinoide, o muco-purulento, es decir con presencia de pus, esta secreción no es tan abundante como el caso de la gonorrea.
Disuria, que es la sensación de ardor y/o dolor durante la micción, que también es menos severa que en gonorrea.
Prurito uretral, el varón infectado refiere sensación de escozor a lo largo de la uretra.
Eritema del meato, caracterizada por el enrojecimiento y/o inflamación del tejido que circunda al meato urinario.
Exudado uretral mucoso, obtenible a la maniobra de ordeñado de la uretra.
El cuadro clínico, sin tratamiento, puede progresar a infecciones de órganos genitales internos (epidídimo, testículo, etc.)
-Cervico-vaginitis por Chlamydia
Es un proceso inflamatorio de origen infeccioso del cuello del útero (cérvix) principalmente, pero que también suele comprometer la cavidad vaginal, es reconocida también como mucocervicitis purulenta por algunos autores. Aunque puede presentarse sin síntomas (asintomático), y por ello permanecer latente en la mujer por periodos de meses y hasta años, los signos y síntomas más frecuentes de este cuadro son:
-Secreción muco-purulenta que proviene del cuello uterino, de color amarillento, que es escasa, pero que puede manchar la ropa interior, a veces es confundida con el flujo vaginal fisiológico de la mujer.
-Dispareunia, que se refiera al dolor de origen patológico, perceptible por la mujer durante las relaciones sexuales, que en este cuadro clínico se puede acompañar por sangrado post-coital.
-Disuria.
-Sangrado intermenstrual.
-El examen con un espéculo vaginal permitirá apreciar edema del cuello uterino, la presencia del exudado mucopurulento a través del orificio cervical, la ectopia cervical y la tendencia al sangrado frente al menor trauma (como la obtención de una muestra de Papanicolau).
De manera similar al cuadro homónimo en el varón la cervico-vaginitis por clamidia, sin un diagnóstico y/o un tratamiento adecuado puede progresar hacia los órganos genitales internos por simple diseminación vertical, afectando el endometrio, las trompas de Falopio y puede llegar a la cavidad abdominal originando un cuadro clínico conocido como enfermedad inflamatoria pélvica.
Diagnóstico
-El diagnóstico de la infección se apoya en un adecuado examen físico de la persona sospechosa de portar la enfermedad, pero la confirmación del diagnóstico se da principalmente por pruebas de laboratorio:
Tinción de muestras de exudado; para reconocer la presencia de los cuerpos de inclusión. Sin embargo, su eficacia y practicidad no es adecuada como método de diagnóstico en grandes poblaciones.
-Cultivo celular de Chlamydia trachomatis, no es práctica ya que requiere condiciones muy rigurosas de preparación del cultivo que sólo están disponible en laboratorios de alto nivel de complejidad y su sensibilidad como prueba es variable (60-80%)4
-Prueba de ELISA (ensayo de inmuno-absorción ligado a enzimas) para Chlamydia trachomatis, desarrollado en muestras de exudado, tiene como ventaja una granespecificidad (90-97%) y regular sensibilidad (60-80%), se adecua al tamizaje de grandes poblaciones.1
-Ensayos de hibridación de ADN, su utilidad es casi similar a la prueba ELISA y mantiene similares niveles de especificidad y sensibilidad, su utilidad es mayor en pruebas de diagnóstico en muestras uretrales y rectales.
-Ensayos de amplificación de material genético, que utilizan las pruebas PCR (reacción en cadena de polimerasa) o LCR (reacción en cadena de ligasa), para ampliar el material genético de la bacteria obtenido a partir de muestras de orina y/o de secreciones. Es altamente específico y sensible, detectando hasta el 90-95% de las infecciones, es considerado el método de elección para el diagnóstico de la infección.
Tratamiento
El tratamiento de la infección debe ser siempre prescrito y supervisado por un profesional médico. Los esquemas de tratamiento varían de acuerdo a los protocolos de atención de los diversos países. Sin embargo, existen características específicas de tratamiento que también son aplicables a otras enfermedades de transmisión sexual como en este caso:
Cumplimiento del tratamiento en su totalidad, de acuerdo a la prescripción del profesional médico, ya sea en cuanto al esquema del tratamiento y al tiempo de duración.
Búsqueda de la(s) pareja(s) sexual(es) de la persona infectada, a fin de considerar la necesidad del tratamiento, para así evitar la diseminación de la enfermedad.
Consejería para el cambio de comportamientos sexuales de riesgo.
Mientras el tratamiento se lleva a cabo, y no se ha tratado concomitantemente a la(s) pareja(s) sexual(es) de la persona infectada, la última deberá utilizar preservativos si desea mantener relaciones sexuales.8
También se realiza con antibióticos indicados por vía oral, pueden consistir en Azitromicina en una sola dosis o Doxiciclina en tres dosis diarias durante una semana o dos. Es importante no automedicarse porque sólo el médico que examina al paciente es quien sabe que medicamento es el más efectivo y en que dosis, de acuerdo a cada caso particular.